La conducta perceptiva. Un texto de Fermín Soria para el catálogo Juan Carlos Bracho. El dibujo como experiencia 2003/2006. Madrid 2006
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Tras el cambio de paradigma producido en la década de los sesenta la noción de arte queda desplazada por la experiencia estética. La producción artística no se limita únicamente al momento de la creación de los artistas y el momento de las obras, sino que hay que sumar el de la intención creadora del espectador. Este hecho provoca que se replantee todo lo que interviene en su producción y en su ejecución.
Al superar los límites del formato tradicional y al producirse una ruptura con el concepto de pieza como producto final, el mundo de la creatividad artística queda ampliado. El arte se constituye en un proceso dinámico y abierto, ante un horizonte cultural plural y heterogéneo donde el espectador, ahora protagonista, instaura nuevos procesos.
El arte conceptual aborda el problema del estatuto existencial de la obra como objeto físico y desplaza su interés al proceso de ideación o de conformación de esta, que comienza en el artista y termina en el espectador. Los diversos soportes físicos no son sólo fines formales en sí mismos, sino las señales, los documentos de otros fenómenos que abren nuestra conciencia a algo exterior. Frente al conceptualismo lingüístico, sobre todo el analítico y el tautológico que enfatizan la eliminación del objeto artístico y que, al favorecer una reducción mental, se aproximan a un arte de abstracción ideativa, numerosas prácticas conceptuales reivindican la relevancia alcanzada por la imagen como factor de inteligencia simbólica individual y colectiva y la percepción como forma de conocimiento y de apropiación de lo real. Sin renunciar ni a la materialización de la obra ni a la referencialidad estas corrientes se inclinan hacia su realización efectiva, empírica o mental. De esta manera desaparece el enfrentamiento entre percepción y conocimiento al reivindicarse lo primero como fundamento de lo segundo. En esta tarea se afirmará de nuevo la referencialidad al mundo que nos rodea y tomará relevancia la visualización de la realidad entendida como selección, apropiación y combinación de los fragmentos que la componen.
Desde los años sesenta numerosas manifestaciones se preocuparon por investigar la parte visual de la percepción, atendiendo a implicaciones directas del espacio, buscando la unión entre lo visible y lo no visible. Ejemplo de ello son por un lado el trabajo de Dibbets que estudia el paisaje real y su reproducción gráfica, incluyendo en su experiencia planos, croquis, bocetos, etc… Douglas Huebler por su parte hace uso de la fotografía y retrata una extensión concreta en intervalos temporales reflexionando acerca de la estructura de la realidad perceptible bajo parámetros espacio-temporales, introduciendo la casualidad dentro de su sistema. Por ultimo M. Bochner, que considera imposible abandonar la visibilidad, piensa que pueden alterarse de manera significativa los convencionalismos de la realidad para demostrar la posibilidad de la existencia de diferentes formas de pensamiento, y es por ello por lo que se ocupa de investigar sobre la naturaleza de las cosas buscando la síntesis y unión entre lo perceptible y lo mental.
Juan Carlos Bracho centra su trabajo en un proceso de acciones previamente planificadas, que muestran fenómenos de actividad y suscitan experiencia perceptivas-creativas. Bracho comienza este proyecto impulsado por su interés en el dibujo como ejercicio de apropiación del espacio, del tiempo y de todo el proceso. Como resultado obtiene unas misteriosas composiciones que desbordan los límites del propio muro, espacio que es soporte, límite y frontera al mismo tiempo. En ellas el espectador puede perder la vista para sumergirse en un espacio al que se accede a través de la imaginación, siendo el modo de experimentar los múltiples interrogantes que nos abren estos dibujos lo que configura el significado de lo que vemos.
En su trabajo, el vídeo o la fotografía dan testimonio de todo el proceso de realización del dibujo y su existencia, enfrentándose a la obra de artes tradicional en su concepción espacial y estática. Estos medios no son un mero documento sino que funcionan como producción autónoma, estableciendo un nuevo orden espacio-temporal dinámico en el que tampoco será estática la presencia del receptor. Se trata de una ocasión para la puesta en marcha de nuestras facultades mentales y la activación del pensamiento.
Juan Carlos Bracho hace cómplice al espectador al situarlo entre bambalinas y le invita a participar en la configuración de la obra, como en la fiesta y el juego, tal y como propone la tradición hermenéutica. Alejándose de una visión del arte como obra cerrada se aproxima a otra en la que el elemento lúdico es entendido como un movimiento libre, sin fin, que se repite sin cesar. El receptor es algo más que un mero observador ya que, en la medida en que participa en el juego que se propone y genera un trabajo propio, es parte de él. Se trata de un proceso de construcción y reconstrucción continuo, del que la obra es por una parte resultado y por otra inicio. Un bucle puesto en marcha por el carácter inacabado de ésta que impulsa la actividad individual y colectiva e instaura proceso comunicativos en los que el público toma un papel dinámico.
Bracho practica la idea de la experiencia estética propuesta por Jauss e invita al espectador a hacer un ejercicio de distanciamiento para liberarse de cuanto le rodea, derribar los límites del muro y sumergirse en las misteriosas composiciones que van configurándose en él. Mediante la suspensión de los intereses de la vida práctica cotidiana, el receptor, a través de lo imaginario, adquiere la conciencia del nosotros y es conducido hacia una configuración que lleva a cabo la toma de dimensiones de construcción de comunidad.
El resultado que se va obteniendo en el muro, desplaza el énfasis que normalmente acapararía el dibujo en si, a favor de una conducta perceptiva, imaginaria o creativa del receptor-experimentador activando su conciencia productiva y ofreciéndole la posibilidad de entender el mundo como algo que puede ser construido obviando los prejuicios. El espectador no se somete a estructuras conceptuales sino que vive la pieza desde su propia percepción y acaba abriéndose a la reflexión. Es en este sentido que se convierte en un co-creador. El arte permite tomar conciencia de las posibilidades de renovar la percepción de las cosas
Fermín Soria Ibarra, Barcelona. 6 de junio de 2006
The perceptive behaviour. A text of Fermín Soria for the catalogue Juan Carlos Bracho. Drawing as experience 2003/2006. Madrid 2006
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After the change of paradigm experienced in the 1960s, the notion of art was supersceded by the aesthetic experience. Artistic production is no loger limited solely to the artists’ moment of creation and to the moment of the works; now there is also the moment of the viewers’ creative intention. This fact has lead to a reconsideration of everything that is involved in the production of the work and its execution.
Exceeding the limits of the tradicional format and breaking with the concept of the work as the end product has enlarged the world os artistic creativity. Art appears as a dynamic and open process, before a prural and heterogeneous cultural horizon where the viewer, now an actor, will establish new processes.
Conceptual art addresses the problem of the existential statute of the work as a physical object and supersedes its interest to the process of ideation or composition of the work, which begins in the artist and ends in the viewer. The different physical supports are not the work, they are not the formals ends in themselves; they are signs, documents of other phenomena that open our conscience to something external. Faced with linguistic conceptualism, especially the analytical and tautological conceptulism that emphasise the elimination of the artistic object and which, by favouring the reduction to a mental state, approach an art of ideative abstraction, numerous conceptual practice claim the relevance the image has achieved as a factor of individual and group symbolic intelligence and perception as a form of knowledge and appropriation of what is real. Without renouncing to the materialisation of the work or to referentiality, these trends tend towards their effective, empirical on mental realisation. Consequently, the conflict between perception and knowledge disappears by claiming the former as a fundamental element of the latter. In this task, referentiality will once again be asserted to the world that surrounds us and the visualitation of reality as the selection, appropriation and combination of the fragments that compose it will become relevant.
Since the sixties, many manifestations were concerned with investigating the visual part or perception considering the direct implications of space, searching for the union between the visible and the mental. Dibbets is a good example, studying the real landscape and its graphic reproduction, including in the experience different sketches, outlines, etc. Douglas Huebler uses photography and portrays as specific expanse of land in different time intervals, reflecting on the structure of perceptible reality under the requirements of space and time, adding coincidence to his system. M. Bochner, who considers it impossible to abandon visibility, thinks that the conventionalisms of reality can be altered significantly to prove the possibility of the existence of different ways of thinking and, consequently, takes up the investigation of the nature of things pursuing the synthesis and union between the perceptible and the mental.
Juan Carlos Bracho focuses his work on a process or pre-planed actions, that present phenomena of activity and arouse perceptive-creative experiences. Bracho started this project encouraged by his interest in drawing as a exercise of appropriation of space, of time and of the whole process. As a result, he obtains mysterious compositions that exceed the limits of the actual wall, the space that is support, limit and border at the same time. In his works, viewers can gaze into the distance, immersing themselves in a place that is accessed through imagination. What configures the content of the piece is how the multiple questions these drawings open up are experienced.
In his work, video or photography bear witness to the whole process of the creation of the drawings and their existence, confronting the traditional artwork in its spatial and static conception. These resources are not a mere document, but act, instead, as a autonomous work, establishing a new dynamic space-time order where the presence of the recipient is not a static element. It is an occasion for the instigation of our mental faculties and the activation of thought.
Juan Carlos Bracho makes the viewers his accomplices by placing them behind the scenes and inviting them to take part in the configuration of the work, like in the party and the game, in line with the hermeneutic tradition. Stepping away from a vision of art as a closed work, he approaches another perspective in which the recreational elements is taken as a free, endless movement that is repeated incessantly. The recipients are more than mere observers given that, to the extend in which they participate in the game proposed and generate a work of their own, they are part of it. It is a process of continuous construction and reconstruction, in which the work is on the one hand the result, and on the other, the beginning. A loop triggered by its unfinished character that encourages individual and group activity and establishes communicative processes in which the audience plays a dynamic role.
Bracho practices Jauss’ idea of the aesthetic experience and invites viewers to undertake an exercise of distancing to rid themselves of everything that surrounds them, to demolish the limits of the wall and immerse themselves in the mysterious compositions that appear in it. By suspending the interests of practical everyday life, the recipient, through the imaginary, becomes aware of the notion of us and is driven towards a configuration that measures the dimensions for the construction of community.
The result that is obtained on the wall spersedes the emphasis that would normally be captured by the drawing itself, in favour of a perceptive, imaginary or creative behaviour of the recipients-experimenters activating their productive conscience and offering them the opportunity to undertand the world as something that can be constructed without prejudices. The viewers are not subjected to conceptual structures; they experience the piece form their own perception and finally open up to reflection. It is in this sense that they become co-creators. Art alerts us of the possibility or renovating our perception of things.
Fermín Soria Ibarra. Barcelone. June 6th 2006