El amor nos separará de nuevo
Hangar. Barcelona. Noviembre 2002 / enero 2003
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El dibujo es la forma más práctica, fácil y natural de plasmar una idea; lo más sencillo y lo más complejo al mismo tiempo. Dibujar es construir, ya sea a nivel mental o físico. Lo haces para dar forma a tu pensamiento, aunque sea en un plano imaginario, también con un garabato, cuando bailas o con un simple ademán.

Para mi es un impulso, una inflexión, algo muy abstracto y paradójicamente a la vez intensamente concreto y abierto a múltiples interpretaciones.

El amor nos separará de nuevo es mi primer gran dibujo mural, un proyecto que nace de mis ganas de querer salir del papel, y de una necesidad por dominar todo ese proceso: un lápiz, un lienzo en blanco -las paredes de mi estudio- y tiempo. El origen de este trabajo son unas líneas abocetadas en un post-it pegado en uno de mis cuadernos que, como en otras ocasiones, simplemente redibujé a gran escala. Y es, precisamente, en ese cambio de proporciones donde el dibujo cobra todo su sentido y se expande, al igual que la arquitectura que lo sostiene y delimita.

El amor nos separará de nuevo será el germen de una serie de trabajos posteriores donde desarrollaré desde distintos medios y perspectivas los diferentes temas latentes en este trabajo: el dibujo como acto de transformación física y sobre todo simbólico-metafórica del espacio ocupado -como cartografía, realizada centímetro a centímetro- y dicha acción como un pequeño gesto que se repite hasta el infinito.


Love will separate us again
Hangar. Barcelona. November 2002 / January 2003
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Drawing is the easiest, most natural and practical way to render an idea. It is also the simplest and at the same time the most complex. Drawing is a form of building, whether on a mental or physical level. You use it to give shape to your thoughts, even though it might be on an imaginary plane, like a doodle, or when you dance or with a simple gesture.

For my it is an impulse, an inflexion, something extremely abstract and yet intensely concrete and open to manifold readings.

Love will separate us again is my first large mural drawing, a project rooted in your desire to leave the confines of the page and in a need to dominate the whole process: a pencil, a blank canvas 
-the walls of my studio- and time. The origin of this project can be traced back to a few lines sketched on a post-it stuck on one of my notebooks which, as often happens, I simply redraw on a large scale. And it is precisely in this change of scale that the drawing takes on meaning and expands, just like the architecture that holds and confines it.

This drawing, nonetheless, expands once it is completed, like the architecture that supports and limits it, shocking me above everyone else. From then on, my interest focused on using different resources to tackle the different paths the work branches out into. The landscape as an act of the physical and, specially, the symbolical-metaphorical trans- formation of space. Drawing as cartography, carried out inch by inch; action as a small gesture that is repeated ad infinitum; experience as something cyclical that returns through the gaze.